viernes, 4 de marzo de 2016

EL INFILTRADO por Dastan



En la dorada habitación la luz era más intensa de lo habitual. Aparte de las lámparas de cristal y ámbar, se habían añadido unos cuantos espejos que reflejaban más la claridad y el brillo de toda la áurea decoración. Se respiraba en el aire un agradable perfume cítrico que ahora se mezclaba con los aromas de los aceites derramados en el suelo junto al tocador. Los tres frascos se habían hecho añicos y el oleoso líquido se extendía lentamente por la alfombra. 


Dos guardias jaffa irrumpieron en la habitación y contemplaron a su señor, sentado frente al espejo del tocador con los puños apretados. En uno de ellos sujetaba un trozo de pergamino abollado.


- ¿Se encuentra bien? 


- Perfectamente.- al hablar me miraba al espejo, estudiando cada gesto cuando pronunciaba las palabras.- No ha ocurrido nada. Avisad a mi lacayo que cancele mi baño habitual, no lo tomaré hoy.

Cuando los guardias se retiraron, desdoblé la nota y la releí por si había olvidado algo. Cerré los ojos emitiendo un largo suspiro. Cada vez lo hacía mejor.








Me puse de pie y recorrí la estancia, cada nave nodriza tenía una suntuosa habitación principal decorada en un estilo diferente, evocando la variedad de gustos. Ésta no estaba nada mal salvo por no tener estufa o brasero, o algo que contenga fuego o brasas. 


Mi actual atuendo, una sencilla túnica corta blanca con un cinturón de bronce dorado imitando un conjunto de hojas, se sentía bastante cómodo y ligero. Me acerqué a una de las puertas del fondo, que normalmente utilizan los sirvientes para entrar y salir del cuarto. Al abrirla me encontré con otra habitación más pequeña que almacenaba toda clase de ropajes y accesorios. Elegí unos suaves pantalones de lino color beige que cubrían media pierna hasta por debajo de la rodilla, pero tenían unos bolsillos que quedaban tapados por la túnica así que cumplirían su cometido. Guardé en uno de ellos la nota doblada y salí por otra de las puertas. 




Ningún jaffa podía enterarse de esto, ni siquiera el fiel Lars y mucho menos Shibila. Empleando toda mi concentración y reflejos para estar en guardia, avancé por el entramado de pasillos de la nave hasta la cubierta de embarque donde había un par de Al’kesh  custodiados por unos cuantos jaffas. Al pasar junto a ellos me saludaron con un gesto de respeto.


- ¿Cuál de estas naves está lista para partir?


- La que prefiera, mi señor, ¿va a bajar al planeta?


- Sí, en ese caso avise a un piloto. Le esperaré dentro.- dije encaminándome a una de las naves.




Malrrum se veía precioso desde el espacio, el conjunto de lunas y la variedad de color producían un efecto único en la galaxia. Pero la parada fue breve. Le pedí al jaffa que me lleve al hangar de naves, donde se encontraban las últimas réplicas de naves nodrizas aún sin uso. Varias de ellas habían experimentado modificaciones, en decoración su mayoría, sin la molesta supervisión de los jaffa que trabajaban en su construcción. Por lo que era muy habitual que me vieran por allí y la mayoría se retirasen sin rechistar ni hacer preguntas para dejarme trabajar en paz. 


La nave que elegí, a diferencia de otras, poseía también motores de hiperpropulsión más potentes y un sistema de camuflaje en cierta manera innovador: liberaba unos nanorobots que proyectaban un holograma de la nave en su última posición que podía durar días mientras que la nave original podía marcharse envuelta en un escudo de invisibilidad sin levantar sospechas. Algunas tecnologías encontradas en Malrrum eran fascinantes.


Puse rumbo a Logan, un pequeño planeta del sistema Teseo donde me esperaba mi contacto. Envuelto en una larga capa marrón con capucha, para cobijarme del frío y pasar inadvertido, entré en la tienda especializada en hierbas y brebajes poco comunes. Dejé un saquito con una buena cantidad de monedas y salí con lo que fui a buscar. El sabor era repugnante, pero con el tiempo había ido resultando cada vez más efectivo y ya podía permitirme pensar y planificar todo esto con total libertad. Sin bloquear pensamientos.




¿Cuánto tiempo había pasado desde que empezó esta pesadilla? ¿Un año, dos…?  Desde entonces había vivido situaciones inesperadas, algunas peligrosas y otras cotidianas, pero siempre por sorpresa aunque cada vez me iba acostumbrando más. Todo era parte del experimento. La idea había surgido en aquel insignificante bosque, tras los eventos en aquella extraña nave dentro de una nebulosa.

Pero a Dastan le salió mal el experimento, sin que se diese cuenta, él mismo acabó siendo utilizado y manipulado cuando creía hacer lo contrario. En vez de obtener información, acabó dándola junto con muchos de sus conocimientos de la galaxia. En estos años, las pequeñas ventanas que abrió me dieron opción a actuar. Poco a poco, de forma paciente, administrándome estas dosis que suprimen su conciencia y no le permiten leer todos mis pensamientos. Hizo falta mucha paciencia, mucho entrenamiento hasta conseguir dar este paso. 


Ahora ya comienza el verdadero reto: sobrevivir, recuperar las riendas de mi mismo. No hay vida previa a la que volver, me enteré de que pasó casi un siglo desde que me raptó en Kelowna para usurpar mi cuerpo. Pero sí hay una libertad a la que puedo volver. 

Es curioso sentirte un extraño en lo que una vez fue tu propio cuerpo. Pero esa es la realidad, Dastan ha moldeado este cuerpo, le ha dado un porte y un estilo al que he tenido que acostumbrarme a adoptar. Ahora soy yo, Barlas, quien le usurpará a él.



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