En la dorada habitación la luz era más intensa de lo
habitual. Aparte de las lámparas de cristal y ámbar, se habían añadido unos
cuantos espejos que reflejaban más la claridad y el brillo de toda la áurea
decoración. Se respiraba en el aire un agradable perfume cítrico que ahora se
mezclaba con los aromas de los aceites derramados en el suelo junto al tocador.
Los tres frascos se habían hecho añicos y el oleoso líquido se extendía
lentamente por la alfombra.
Dos guardias jaffa irrumpieron en la habitación y
contemplaron a su señor, sentado frente al espejo del tocador con los puños
apretados. En uno de ellos sujetaba un trozo de pergamino abollado.
- ¿Se encuentra bien?
- Perfectamente.- al hablar me miraba al espejo, estudiando
cada gesto cuando pronunciaba las palabras.- No ha ocurrido nada. Avisad a mi
lacayo que cancele mi baño habitual, no lo tomaré hoy.
Cuando los guardias se retiraron, desdoblé la nota y la
releí por si había olvidado algo. Cerré los ojos emitiendo un largo suspiro.
Cada vez lo hacía mejor.
Me puse de pie y recorrí la estancia, cada nave nodriza
tenía una suntuosa habitación principal decorada en un estilo diferente,
evocando la variedad de gustos. Ésta no estaba nada mal salvo por no tener
estufa o brasero, o algo que contenga fuego o brasas.
Mi actual atuendo, una sencilla túnica corta blanca con un
cinturón de bronce dorado imitando un conjunto de hojas, se sentía bastante
cómodo y ligero. Me acerqué a una de las puertas del fondo, que normalmente
utilizan los sirvientes para entrar y salir del cuarto. Al abrirla me encontré
con otra habitación más pequeña que almacenaba toda clase de ropajes y
accesorios. Elegí unos suaves pantalones de lino color beige que cubrían media
pierna hasta por debajo de la rodilla, pero tenían unos bolsillos que quedaban
tapados por la túnica así que cumplirían su cometido. Guardé en uno de ellos la
nota doblada y salí por otra de las puertas.
Ningún jaffa podía enterarse de esto, ni siquiera el fiel
Lars y mucho menos Shibila. Empleando toda mi concentración y reflejos para
estar en guardia, avancé por el entramado de pasillos de la nave hasta la cubierta
de embarque donde había un par de Al’kesh
custodiados por unos cuantos jaffas. Al pasar junto a ellos me saludaron
con un gesto de respeto.
- ¿Cuál de estas naves está lista para partir?
- La que prefiera, mi señor, ¿va a bajar al planeta?
- Sí, en ese caso avise a un piloto. Le esperaré dentro.-
dije encaminándome a una de las naves.
Malrrum se veía precioso desde el espacio, el conjunto de
lunas y la variedad de color producían un efecto único en la galaxia. Pero la
parada fue breve. Le pedí al jaffa que me lleve al hangar de naves, donde se
encontraban las últimas réplicas de naves nodrizas aún sin uso. Varias de ellas
habían experimentado modificaciones, en decoración su mayoría, sin la molesta
supervisión de los jaffa que trabajaban en su construcción. Por lo que era muy
habitual que me vieran por allí y la mayoría se retirasen sin rechistar ni
hacer preguntas para dejarme trabajar en paz.
La nave que elegí, a diferencia de otras, poseía también
motores de hiperpropulsión más potentes y un sistema de camuflaje en cierta
manera innovador: liberaba unos nanorobots que proyectaban un holograma de la
nave en su última posición que podía durar días mientras que la nave original
podía marcharse envuelta en un escudo de invisibilidad sin levantar sospechas. Algunas
tecnologías encontradas en Malrrum eran fascinantes.
Puse rumbo a Logan, un pequeño planeta del sistema Teseo
donde me esperaba mi contacto. Envuelto en una larga capa marrón con capucha, para
cobijarme del frío y pasar inadvertido, entré en la tienda especializada en
hierbas y brebajes poco comunes. Dejé un saquito con una buena cantidad de
monedas y salí con lo que fui a buscar. El sabor era repugnante, pero con el
tiempo había ido resultando cada vez más efectivo y ya podía permitirme pensar
y planificar todo esto con total libertad. Sin bloquear pensamientos.
¿Cuánto tiempo había pasado desde que empezó esta pesadilla?
¿Un año, dos…? Desde entonces había
vivido situaciones inesperadas, algunas peligrosas y otras cotidianas, pero
siempre por sorpresa aunque cada vez me iba acostumbrando más. Todo era parte
del experimento. La idea había surgido en aquel insignificante bosque, tras los
eventos en aquella extraña nave dentro de una nebulosa.
Pero a Dastan le salió mal el experimento, sin que se diese
cuenta, él mismo acabó siendo utilizado y manipulado cuando creía hacer lo contrario.
En vez de obtener información, acabó dándola junto con muchos de sus
conocimientos de la galaxia. En estos años, las pequeñas ventanas que abrió me
dieron opción a actuar. Poco a poco, de forma paciente, administrándome estas
dosis que suprimen su conciencia y no le permiten leer todos mis pensamientos.
Hizo falta mucha paciencia, mucho entrenamiento hasta conseguir dar este paso.
Ahora ya comienza el verdadero reto: sobrevivir, recuperar
las riendas de mi mismo. No hay vida previa a la que volver, me enteré de que
pasó casi un siglo desde que me raptó en Kelowna para usurpar mi cuerpo. Pero
sí hay una libertad a la que puedo volver.
La última imagen queda estupenda acompañando a la historia ;)
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